miércoles, 16 de marzo de 2011

UZZHUAÏA (Sala López, Zaragoza - 11/03/2011)

Pocas sensaciones me resultan tan gratificantes como asistir a un concierto sin ser demasiado consciente de lo que voy a presenciar y salir del mismo con una sonrisa de oreja a oreja.

Pese a haber leído sobre ellos en repetidas ocasiones, de los valencianos Uzzhuaïa apenas había tenido la oportunidad de escuchar un par de semanas atrás, más allá
 de su versión de "La Chispa Adecuada" de Héroes del Silencio,  su último trabajo 13 Veces Por Minuto (Maldito Records, 2010).

Ni que decir tiene que la sorpresa fue mayúscula. Sleazy angelino, ramalazos Grunge, el Hard Rock de Uzzhuaïa me pareció todo un ejemplo sobre cómo reinterpretar con coherencia y buen gusto el sonido de dos décadas con personalidades tan fuertes y dispares en lo musical como fueron los 80' y 90'.


Pero sobre todo, del citado 13VxM, me impresionó la habilidad de la banda para parir una colección tan variada y compacta de himnos extremadamente pegadizos en los que, además de una producción sobresaliente, junto a la indiscutible calidad de las composiciones, las letras surgían como disparos certeros en el idioma de Cervantes, jugando un papel fundamental en el modo en que las mismas quedaban grabadas en mi cabeza prácticamente al instante.


Llegado a este punto, bastó echar la vista algunos años atrás y liberar a través de Spotify la energía de Destino Perdición (Weight Recordings, 2008) para lamentar no haber conocido a Uzzhuaïa antes, mucho antes, y comprender que para algunos, entiendo amparados en el sólido e ilusionante camino descrito por la banda, la sorpresa no fuese tal.


Afortunadamente, su reciente paso por la Sala López suponía una inmejorable oportunidad de redimirme.





Generación tras generación, esta ciudad siempre ha contado con un buena cantidad de público fiel con especial predilección tanto por el Heavy como por el Rock de corte clásico, quien sabe si el todavía presente influjo de los Héroes ejerció en su día de causa o efecto, pero lo cierto es que para cuando Uzzhuaïa arrancaron tal y como arranca su último larga duración, el público ya estaba completamente entregado.

Sobre las tablas, el quinteto hizo gala de una garra y presencia escénica imbatibles, reforzada esta última por la potente imagen del grupo. Además de la contundencia, energía y electricidad con las que manejaron y transmitieron la rabia y el groove vacilón predominantes a lo largo del setlist, quedé especialmente impactado con el apartado vocal.





Pablo Monteagudo estuvo excelso en su papel de frontman, cercano y comunicativo, supo ceder el protagonismo al resto de sus compañeros cuando la ocasión así lo requiso, auténticos animales de escenario todos ellos. Tampoco tuvo reparo en colgarse la guitarra acústica en algunos temas o compartir con las primeras filas la botella de Jack Daniels con la que saltó al escenario y que utilizó para aclarar su garganta entre tema y tema.

Las canciones hicieron el resto, una veintena de temas que corear al unísono hasta perder el aliento, convirtiendo una noche memorable en un recuerdo imborrable del imaginario colectivo de los asistentes, una fiesta mayúscula de y por el Rock and Roll.


Banda y público cerraron el paso de Uzzhuaïa por tierras mañas a lo grande, como si la sintonía y comunión entre ambos les hubiese llevado a dedicarse mútuamente el estribillo de ese megatrack llamado "Blanco y Negro": Todo lo que empieza tiene que acabar...pero hoy estoy aquí por tí.


Yo, por mi parte, abandoné La López con un nuevo Cd entre mis manos (Todavía no ha abandonado mi reproductor), pero sobre todo con la sensación de haber presenciado el que muy posiblemente sea el mejor concierto de rock que hoy día pueda verse dentro de nuestras fronteras con una banda nacional sobre el escenario.


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